Cuando la enfermedad del COVID-19 llega a Guatemala a principios de marzo del (2020), las restricciones comenzaron a nivel nacional para evitar contagios y muertes, sin embargo, las autoridades del municipio de Jacaltenango, Huehuetenango, contribuyeron para que las cosas se dieran de manera contradictoria.
Al parecer, existen personas particulares en este pueblo que “no comprenden” qué es quedarse en casa, pese al toque de queda establecido en ley. El precio de las cosas aumentó drásticamente, dejando a un lado las recomendaciones de la autoridad competente. El sector justicia y la Policía Nacional Civil (PNC), actuando en contra de su deber. Por otro lado, mientras los casos de contagios y muertes van aumentando en el país, las restricciones van disminuyendo por decisiones de la autoridad municipal.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el distanciamiento social es una de las medidas de protección contra el nuevo virus, por lo menos un metro entre las personas. Por otro lado, el presidente de Guatemala a través del Decreto Gubernativo No. 06-2020, estableció el toque de queda parcial con la intención de resguardar la seguridad para frenar la propagación del COVID-19. A partir de este mandato legal, los medios de comunicación han estado transmitiendo insistentemente el mensaje de “quédate en casa”. Únicamente la PNC y a la Policía Municipal de Tránsito (PMT) con algunas excepciones, están autorizadas para prestar seguridad ciudadana, por ende, están facultadas a transitar por las calles en horas prohibidas para la población.
Sin embargo, en la cabecera municipal de Jacaltenango, ha sucedido todo lo contrario. En el primer día de confinamiento establecido legalmente, una caravana de vehículos y motocicletas encabezada por la PNC, recorrió todas las calles y avenidas de la cabecera municipal, como si estuvieran de fiesta en pleno toque de queda, un error garrafal de las autoridades como para decir, pueblo podemos salir en los horarios restringidos. Sin duda, entendemos lo que es toque de queda, confinamiento y qué es quedarse en casa, pero por intereses particulares, muchas personas salen a dar seguridad ciudadana supuestamente, lo que no les corresponde hacer. Si bien tienen autorización de la autoridad municipal a través de un carné de identificación, eso no les convierte inmunes ante el virus.
Por otro lado, siendo el tiempo en el que todos deberíamos apoyarnos para salir adelante ante esta enfermedad, muchas situaciones injustas, antiéticas, egoístas y falta de conciencia están suscitando, entre ellas, el aumento desmedido del precio de los productos de primera necesidad. Todo lo contrario a los principios y valores que nos enseñaron nuestros abuelos, por ejemplo, el wayab’ y el kolkeb’ahil, es decir, la ayuda mutua y la solidaridad. También es un pueblo religioso, en donde los feligreses conocen que es necesario amar al prójimo, pero no hay concordancia entre valores, fe y acciones.
Lo mismo ha sucedido con los elementos de la PNC y colaboradores del Ministerio Público (MP) instalados en el municipio. En lugar de ser ejemplares ante la población cumpliendo con su deber, pierden credibilidad y autoridad en sus funciones. Han sido sorprendidos en momentos diferentes ingiriendo bebidas alcohólicas en horario laboral y en pleno toque de queda, lo que denigra el quehacer de ellos y contraviene a lo que realmente se debería hacer en plena pandemia.
De igual modo, mientras los casos de COVID-19 van en aumento, las restricciones van descendiendo. Al principio, las autoridades instalaron en las principales entradas y salidas para un mayor control, sin embargo, o ya se cansaron o por motivos que la población desconoce, redujeron el control, algunas talanqueras están abandonadas. Están cerrando caminos y veredas en lo interno del pueblo, lo cual, no tiene mayor sentido.
Al principio estaba bien, ahora ya no hay mucho control y registro, etc. Esto preocupa debido a que aunque no haya casos de COVID-19 en el municipio, pero al dejar de practicar las medidas sanitarias hacia quienes entran y salen del municipio, pone en mayor riesgo a la población ante dicha enfermedad. Es lamentable y preocupante, ya que con ello se puede decir que de nada ha servido el encierro y el esfuerzo del pueblo para cuidarse y evitar la desgracia que está rondando.
Se sabe que es complejo entender y comprender las actuaciones del gobierno ante este estado de calamidad por el COVID-19. Podemos estar de acuerdo o en desacuerdo, lo único que se sabe es que si la gente más desprotegida (especialmente indígena) no se cuida de esta enfermedad, será la perdedora como siempre.
Por ello, se considera trascendental continuar con las medidas sanitarias para evitar el contagio y muertes. Como ya se ha expuesto, en la cabecera municipal de Jacaltenango, se debería continuar y mejorar lo que se ha ordenado y logrado en el proceso, sin embargo, se ha actuado de manera contraria, aunque de verdad, no es posible generalizar dichas acciones. Es solo un grupo de personas que ha actuado de tal forma.
En fin, en Jacaltenango no hay ignorancia en este sentido. Lo que hace que la gente actúe contrariamente a las normas establecidas, son los intereses particulares, el machismo, el cuello político, el libertinaje, la falta de formalidad, la inmadurez y otros. Por todo ello, a sabiendas que es prohibido salir de casa, la caravana de motocicletas paseando; la DIACO con sus anuncios para evitar el alza de precios, el aumento exagerado; la PNC y el MP, desprestigiando sus quehaceres y la autoridad municipal reduciendo el control sanitario, entonces ¿cuál será el futuro del municipio? Eso hace urgente e imprescindible un nuevo plan municipal para una nueva forma de convivencia y desarrollo que tome en cuenta la justicia social, la equidad y otros principios que hagan que la población se sienta bien y feliz en tiempos de pandemia, ya que no es posible afectarse entre hermanos y hermanas indígenas.