“La historia de Guatemala, desde el tiempo de la colonia hasta nuestros días ha estado marcada por la desigualdad y la diferencia, se han creado y establecido elites oligarcas que han mantenido el poder real del país en detrimento de los intereses nacionales” (Consejo del Pueblo Maya [CPO], 2018, p. 6). En 1524, con la salvaje invasión española, nos despojaron, dominaron y sometieron, social, económica, política, cultural y religiosamente, para el saqueo de riquezas de nuestras tierras.
Hoy a más de 500 años después, en un Estado racista como lo es Guatemala, los caminos de los pueblos originarios por defender sus particulares formas de vida y organización social, ha sido difícil, los defensores de la tierra son criminalizados, asesinados y perseguidos, únicamente por oponerse a la explotación de la madre naturaleza por parte de las grandes transnacionales con sus proyectos extractivos como las mineras, monocultivos e hidroeléctricas, que producen desarrollo pero para sus propietarios, dejando destrucción y desprecio por la vida.
Tristemente existen muchos jóvenes y adultos pertenecientes a la cultura maya que deshonran la memoria de nuestros abuelos y sus luchas, porque están al servicio de las grandes elites del país, validando las acciones menospreciables de los gobiernos corruptos, patriarcales y explotadores, que crean políticas para detener las movilizaciones de los grupos sociales populares y benefician a las burguesías guatemaltecas; un claro ejemplo es la pandemia del COVID-19 que ha venido a demostrar que el poder está en manos de las mismas familias y elites que en los últimos siglos han empobrecido y sometido a la esclavitud a toda la población guatemalteca.
Con la pandemia del COVID-19, se ha desatado un hilado de problemáticas sociales, tales como: desempleo, desnutrición, pobreza, pobreza extrema y crisis económica que da salida a organizaciones no gubernamentales que apoyan a la defensa de los derechos colectivos e individuales de la población, se agudiza la violencia en contra de la mujer y violencia intrafamiliar.
El pánico y el miedo habitan el corazón de muchas familias, y han venido a afectar la vida de quienes han estado históricamente en el abandono y margen social. Este virus más que atacar al sistema inmunológico de las personas, está atacando a la movilización social, y está callando la voz de quienes han estado gritandob o exigiendo una sociedad con equidad y justicia social; está parando el caminar de quienes desean fundar un Estado representativo y participativo en Guatemala.
Con las restricciones gubernamentales, hoy es delito salir a las calles, respirar aire y estar en contacto y en equilibrio con nuestra madre naturaleza; hoy es delito abrazarnos unos con otros y expresar nuestro afecto con nuestros hermanos, hermanas, padres y abuelos; hoy es delito salir a las calles y exigir al gobierno corrupto que vele por la población que está sufriendo hambre por esta crisis social, esto para resguardar y asegurar nuestro bienestar. Pero, lamentablemente, el gobierno actual y los anteriores, únicamente han velado por los intereses de las grandes elites, en este caso, las empresariales.
El 18 de marzo de 2020 por medio de cadena nacional, frente a la situación del COVID-19, el gobierno manda a la población en general a una cadena de oración y ayuno, publicación que se puede ver en su página oficial de Facebook10, sin embargo, aquí no servirán de mucho estas acciones, desde hace años la gente ha venido haciendo estas acciones y no hemos visto cambios. El contexto social guatemalteco no tiene la capacidad suficiente para combatir y mediar esta situación, el gobierno pide “ORACIÓN Y AYUNO”, como que si esto va a solucionar la situación, muchas personas hacen ayuno, no porque sean creyentes o no, lo hacen porque no tienen la capacidad económica para comer. Estamos entre la espada y la pared, si salimos a buscar comida estamos propensos a un contagio y contagiar a nuestra familia, y si nos quedamos resguardados moriremos de hambre.
El pánico en la sociedad guatemalteca ha despertado, también se ha generado deudas en las familias al no tener dinero para abastecerse y/o acaparar productos de los centros comerciales; para ello, recurren al endeudamiento bancario, utilizando sus tarjetas de crédito. Y esto hace que el endeudamiento en los bancos se eleve y el tiempo se prolongue, según en la página de Forbes Staff, en mayo de 2020, en los bancos se han registrado 800,000 solicitudes para aplazar cuotas de deudas, esto a consecuencia de la crisis económica provocada por la pandemia del COVID-19 en los hogares del territorio guatemalteco.
Esta cuarentena no es la misma para todos, mientras muchos están en casa con comida, felices compartiendo con la familia, que claro no está mal, muchos otros están en el abandono sin tener un techo ni comida, tienen que salir a buscar el sustento diario, y aguantar las críticas de la sociedad, culpándolos de no obedecer las restricciones de resguardo, pero, la culpa no es de ellos, es del sistema actual, del gobierno que es incapaz de resguardar la vida del ciudadano, y que nos está matando lentamente, únicamente responde a los intereses de las elites del CACIF.
EL COVID-19 EN GUATEMALA ESTÁ CAUSANDO MUERTE, PERO MUERTE DE HAMBRE. Este sistema únicamente vela por los intereses de los empresarios, pero de los ancianos, de las mujeres, de los empleados informales, de ellos NO SE HACE RESPOSABLE. Piden a la población que se lave las manos frecuentemente, pero qué rápido hemos olvidado que las grandes empresas transnacionales con proyectos extractivos, nos han quitado el agua y la han contaminado. Piden que se reguarden en casa, pero las empresas han desalojado a mucha población de su territorio.
Esta crisis mundial, también nos llama a una reflexión y nos enseña grandes cosas, demostrándonos la realidad de la cual somos parte.
La forma de gobierno del sistema opresor, únicamente velará por la seguridad de los intereses económicos de las elites empresariales, y es necesario aglutinarnos para refundar un Estado de equidad y justicia social, la tecnología nos está absorbiendo, el teletrabajo no es igual para los hombres que para las mujeres, ahora a quienes debemos respeto son a los agricultores, que día a día salen a sembrar y a cuidar la tierra, sin importar el riesgo, y esto para que podamos comer, debemos recuperar las prácticas ancestrales sobre el tema de la agricultura, para sobrevivir. Esta pandemia nos enseña que debemos recordar las enseñanzas de nuestros abuelos sobre el cuidado de las plantas, debemos hacer conciencia que las empresas extractivas únicamente traen consigo, una estela de destrucción y desprecio por la vida.
El despojo es recurrente y el colonialismo permanente es una realidad histórica, ante la cual hombres y mujeres de diferentes culturas, debemos unir nuestros saberes, pensamientos y sentimientos en un mismo tejido que contribuya a la construcción de un Estado Plurinacional12 de equidad y justicia, en donde ni una cultura sea excluida, para ello, tenemos que actuar desde nuestro pensar, descolonizando nuestro corazón y empezar a actuar en nuestras comunidades y organizaciones, elevando las capacidades críticas y analíticas de organización, de acción, de articulación y de unidad tal y como el CPO lo plantea en el proyecto político “Un Nuevo Estado para Guatemala”.
Es momento de unirnos como pueblos y caminar en el tiempo para recuperar lo que nos pertenece, todos juntos y que ningún pueblo se quede atrás, tal como se establece el libro sagrado de nuestros pueblos, el Pop Wuj.